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CEOE Aragón prevé que la Comunidad Autónoma cierre 2020 con una caída del PIB del -10,5%

Para 2021 se espera una recuperación no tan intensa,  condicionada a los fondos europeos y la evolución de la pandemia 


Pymes, autónomos y “servicios de proximidad” son los que más están sufriendo una crisis que va a provocar cambios estructurales en nuestra economía


La evolución de la situación económica aragonesa y española a lo largo de este año ha estado y sigue fuertemente determinada por la evolución de la crisis sanitaria por la Covid19. De hecho, tras el confinamiento y la reactivación parcial iniciales, la actividad económica ha ido perdiendo intensidad a lo largo de los tres últimos meses del año, conforme aumentaban las restricciones sectoriales y de movilidad. 

Este descenso de actividad ha llevado al Banco de España y la mayor parte de analistas a pronosticar que el cuatro trimestre se producirá un retroceso del Producto Interior Bruto (PIB) de entre el -0,8% y el -3%, aunque el Gobierno estima un crecimiento positivo. También ha provocado un nuevo aumento en el número de ERTEs en el último tramo del año, tras un descenso continuado desde mayo. 

Con estos datos, la estimación de CEOE Aragón para el cierre de este ejercicio en la economía de la Comunidad Autónoma es un descenso del PIB del -10,5%, en torno a las previsiones de otros análisis (BBVA e Ibercaja, que vaticinan bajadas del -10,1% y -10,3% respectivamente, y el Gobierno de Aragón cifra la caída en -11,0%) y algo inferior al rango de entre el -10,7% y -11,6% previstas para el conjunto de España. 

La crisis está afectando de manera muy asimétrica por tamaño de empresa y por sectores. Las pequeñas empresas y los autónomos están experimentando las mayores dificultades, así como los “servicios de proximidad” (turismo, hostelería, comercio, ocio, cultura y transporte de viajeros). El impacto, en esta fase de la crisis, está siendo, además, mayor en cierre de empresas. Este hecho puede marcar, de cara a las transformaciones estructurales en nuestra economía y a la recuperación, una tendencia negativa para la iniciativa privada empresarial (tanto en pérdida de empresas como en freno de nuevos proyectos). 
Recordemos que el Banco de España estima que las empresas desaparecidas o con graves problemas en esta crisis alcanzarán entre el 15% y el 20% del total de las del país.

Perspectivas para 2021

Las perspectivas para 2021 dependen de factores: externos y endógenos. Los primeros están asociados a la evolución de la pandemia y la efectividad de las vacunas. En este sentido, la relajación de restricciones en los hogares (donde se produce la mayoría de los contagios) de cara a la Navidad producirá previsiblemente aumentos de la incidencia en enero, repercutiendo de nuevo sobre la actividad económica y el empleo.
En la parte endógena, la evolución económica dependerá de las políticas económicas como la extensión de los programas ICO y la duración de los ERTEs, los posibles cambios en su regulación, la efectividad de los fondos europeos, y de otros factores como el Brexit o un crecimiento del SMI alejado de la realidad de las empresas, la economía y el mercado laboral.

Las previsiones para el año entrante están, por tanto, sometidas a una volatilidad muy alta. Desde CEOE, se estima un crecimiento del PIB español para 2021 del 7%; dando el Gobierno y el Banco de España rangos amplios que van desde el 4,2% hasta el 9,8%.Para Aragón, nuestra previsión sitúa el crecimiento en el 6,0%.

A largo plazo, esta crisis va a provocar cambios estructurales en nuestro sistema económico. El más evidente tiene que ver con las cuentas públicas, con un enorme crecimiento tanto del déficit como de la deuda públicos. Para reconducir estos intensos aumentos serán necesarios planes de consolidación fiscal en el futuro, que deberían contar con el máximo grado de consenso posible, así como un plan de reformas estructurales para dotar a nuestra economía de un mayor grado de competitividad y flexibilidad.

Además, la asimetría de impactos de la crisis y los cambios en el consumo pueden convertirse en transformaciones permanentes y obligadas para sectores como el turismo, el comercio, el transporte y, en menor medida, la hostelería, el ocio y la cultura. No es evidente, sin embargo, que las inversiones se reconduzcan hacia los sectores industriales. Y si las políticas económicas no favorecen las inversiones y transformaciones empresariales y sectoriales, el proceso de recuperación de actividad y empleo será más lento y costoso.

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